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Niño pequeño llora en la reja — el perro K9 detecta algo que nadie más percibe

Era una tranquila mañana de domingo cuando la oficial Janet y su compañero K9, Max, llegaron al parque para una inspección de rutina.

No esperaban encontrarse con ninguna situación crítica, ya que el día apenas comenzaba y toda la ciudad parecía estar dormida.

Había pocas personas alrededor, pero de repente, la oficial Janet y su K9 escucharon el llanto de un niño.

Al mirar a su alrededor, vio a un pequeño, de no más de cinco años, parado junto a la reja del patio escolar, agarrado fuertemente a los barrotes.

No era una escena que quisiera ver, así que supo de inmediato que algo andaba mal.

—Hola, cariño, ¿estás bien? —le preguntó con ternura.

Al principio, el niño no respondió. Luego susurró algo tan bajito que ella no logró entenderlo.

Lo que sí era evidente es que el niño estaba solo, sin ningún adulto cerca.

Max, entrenado en búsqueda y rescate, se puso alerta. Aunque normalmente no se llevaba bien con niños, esta vez comenzó a rodear al pequeño antes de presionar su hocico contra la mano del niño.

Max sentía que algo no estaba bien. Percibía la angustia del pequeño e intentó tranquilizarlo sentándose a su lado y empujando su mochila con el hocico.

No pasó mucho tiempo antes de que Max comenzara a ladrar, como si quisiera decirle a su compañera que hiciera hablar al niño.

—Cariño, puedes contarme qué te pasa. Mi amigo Max y yo estamos aquí para ayudarte —le dijo Janet con suavidad.

El niño rompió en llanto aún más fuerte y dijo:
—Mi mamá no se despertaba. La llamaba, pero no despertaba.

La oficial le rogó al niño que la guiara hasta su casa, preguntándole si sabía dónde vivía.

Él asintió y comenzó a caminar, con Janet y Max siguiéndolo. Mientras tanto, Janet pidió refuerzos por radio, informando de una posible emergencia.

Cuando llegaron a la casa, que estaba cerca, encontraron a la madre del niño inconsciente en la cama. Por suerte, aún respiraba, aunque débilmente.

Los paramédicos llegaron justo a tiempo para brindarle atención. Dijeron que unos minutos más de retraso habrían sido fatales.

La mujer había sufrido un episodio diabético mientras dormía.

Aunque Janet pensó al principio que el niño estaba perdido, Max supo que había algo más. Sintió la urgencia y reconoció los signos de pánico, lo que permitió salvar una vida ese día.

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