En una revelación profundamente emotiva, Meghan Markle rompió en lágrimas tras recibir los resultados de una prueba de ADN de su hija, la Princesa Lilibet Diana. Realizada por motivos personales y médicos, la prueba confirmó lo que Meghan ya creía: Lilibet es biológicamente, sin duda, tanto una Windsor como una Markle.
Una amiga cercana explicó: “La prueba no era por dudas; era por cierre. Meghan quería certeza sobre la herencia completa de su hija para el futuro de Lilibet”. La Duquesa lloró entre alivio y emoción, viendo los resultados como una validación científica y una afirmación personal de pertenencia en un mundo donde a menudo se sintió como forastera.
Desde que renunció a sus deberes reales en 2020, Meghan ha enfrentado intenso escrutinio, intrusión mediática y desafíos dentro de la monarquía. La prueba privada de ADN ha sido interpretada como un acto simbólico para reclamar la narrativa de su familia.
Biógrafos reales señalan que las lágrimas de Meghan reflejan identidad, aceptación y maternidad. Las reacciones públicas son mixtas, pero el momento resalta su resiliencia y amor inquebrantable por sus hijos.