Durante un vuelo tranquilo, un joven soldado permanecía en silencio junto a una mujer de mediana edad. Su uniforme estaba impecable, pero su mirada perdida reflejaba recuerdos de humo, gritos y dolor. Una azafata se acercó con voz suave y compasiva:
—Señor, escuché lo de sus compañeros… Usted es un verdadero héroe.
El soldado asintió débilmente, forzando una leve sonrisa.
La mujer, llena de resentimiento, no pudo callar:
—¿Héroe? ¡Eres un cobarde! Dejaste morir a tus amigos para salvarte tú.
Sus palabras fueron como cuchillos. El soldado no respondió, solo bajó la cabeza con lágrimas en los ojos.
Al día siguiente, la mujer abrió las noticias y se quedó helada. En la pantalla apareció la foto del mismo soldado:
“Salvó a veinte compañeros — un verdadero héroe.”
Había arriesgado su vida para sacarlos del fuego, hasta que se desmayó del cansancio. La mujer rompió en llanto, entendiendo demasiado tarde que había juzgado y herido a un hombre que ya cargaba con un dolor insoportable.

