Un tranquilo día de septiembre de 2024 se convirtió en motivo de alarma cuando el expresidente Donald Trump logró escapar por poco de un segundo intento de asesinato, un hecho que ha generado gran preocupación. Este suceso no es aislado: a lo largo de la historia de Estados Unidos, varios presidentes y exmandatarios han sido blanco de la violencia, reflejando un patrón inquietante en la política del país.
En el caso de Trump, uno de los ataques ocurrió en su campo de golf en Florida, donde su equipo del Servicio Secreto intercambió disparos con el agresor. Otro incidente anterior tuvo lugar en un mitin en Pensilvania, dejando heridos entre los asistentes. Estos eventos ponen de relieve la vulnerabilidad del cargo presidencial, símbolo de poder, política y polarización.
Aunque las motivaciones varían —desde el extremismo ideológico hasta rencores personales—, todos revelan una realidad preocupante: el clima político estadounidense está cada vez más tenso y exige vigilancia, resiliencia y unidad nacional.