Sus ojos reflejaban una mezcla de miedo y determinación mientras hablaba. “Se trata de Emily… y de David”, comenzó, con la voz temblorosa. Mi pulso se aceleró, el miedo me atrapó. “Papá, ¿qué pasa?” susurré.
Respiró hondo. “David no es quien dice ser”, admitió. El shock me paralizó. “Pensé que era perfecto para Emily”, tartamudeé.
“Mi amigo, un investigador privado, lo descubrió después de la cena de ensayo”, continuó papá. “David ha estado casado dos veces antes. Ambos matrimonios terminaron mal, con denuncias de manipulación emocional y engaño financiero. Hay documentos judiciales.”
Un escalofrío recorrió mi espalda. El hombre encantador en quien confiábamos para apoyar a Emily ahora parecía un extraño con un pasado oculto.
“Tenía que contarte”, dijo papá, “para que estés al tanto, aunque Emily no pueda saberlo aún. Debemos protegerla, pero con cuidado.”
Sentados en el coche, comprendí que esta revelación no solo amenazaba la felicidad de Emily, sino que también ponía a prueba a nuestra familia.

