Un hombre deprimido entra en un bar y se sienta en silencio frente al mostrador. El camarero, notando su semblante triste, le pregunta amablemente si todo está bien. El hombre suspira y responde: “No realmente… acabo de descubrir que mi padre es gay.” Sorprendido, el camarero le sirve un trago y lo deja solo.
Al día siguiente, el mismo hombre regresa al bar, aún más abatido, y pide seis brandis dobles. El camarero, reconociéndolo, le pregunta qué ha pasado ahora. Con un suspiro profundo, el hombre dice: “Hoy descubrí que mi hijo también es gay.” El camarero lo mira con compasión mientras el hombre bebe en silencio.
Al tercer día, el hombre vuelve, visiblemente derrotado, y pide otra ronda igual. El camarero, ya preocupado, le pregunta en tono serio: “¿No hay nadie en tu familia al que le gusten las mujeres?” El hombre levanta lentamente la mirada y responde con tristeza: “Sí… mi esposa.”