La cámara enfoca las manos de Camila mientras calibra con precisión un inyector de combustible. Su conocimiento viene de su padre, don Aurelio, un maestro mecánico especialista en autos clásicos, quien desde que ella tenía siete años la llevaba al taller los domingos enseñándole con paciencia. Cuando su padre enfermó de pulmones, Camila tuvo que buscar trabajo para costear los medicamentos, llegando a un gran taller en Guadalajara.
Allí, Fabián Morales, el gerente, la humillaba diariamente, relegándola a limpiar baños y llevar café mientras pagaban apenas 12,000 pesos al mes. Aun así, Camila soportaba todo con la promesa de demostrar lo que había aprendido de su padre.
El miércoles 15 de noviembre, un cliente VIP llegó con un Mercedes AMG GT63S con problemas en el turbo. Los mecánicos del taller, con años de experiencia, no lograban solucionarlo. Mientras tanto, Camila limpiaba cerca del auto, observando atentamente. Lo que estaba por ocurrir cambiaría todo, mostrando que el talento y la perseverancia pueden superar la injusticia y la arrogancia.

