Quería sorprender a mi esposo Tom por su cumpleaños número 40, aunque él nunca ha sido muy de fiestas. Dos días antes, le dije que iba a visitar a mi hermana, pero en realidad me quedé en la casa de mi amiga Karen para organizar la sorpresa. Invité a sus padres, a su hermano, a su mejor amigo y a algunos colegas, y pasé horas decorando nuestra casa con globos, pancartas, comida y bebidas. Para las 5:30 p.m., todo estaba listo y los invitados se escondieron en la cocina, esperando su llegada.
Cuando se abrió la puerta, apareció una pareja joven, sorprendida, con llaves y una maleta. Confundida, pregunté qué estaba pasando. Resultó que Tom había puesto nuestra casa en Airbnb mientras yo fingía estar fuera. Lo llamé y me explicó que solo quería ahorrar para un viaje. Quince minutos después llegó, avergonzado. Sorprendentemente, la tensión se convirtió en risas y todos terminamos celebrando juntos, incluso los huéspedes de Airbnb. Fue el cumpleaños más inolvidable.

