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Durante décadas, la piel de pescado fue considerada un desecho por la industria del marisco, vista como inútil tras extraer las partes comestibles. Hoy, se reconoce por sus sorprendentes propiedades curativas, gracias a su alto contenido de colágeno —tipos I y III— que se asemeja mucho a la piel humana en estructura y elasticidad. Esto la convierte en un material ideal para aplicaciones médicas, especialmente en quemaduras, heridas crónicas y lesiones resistentes a tratamientos convencionales.
Cuando se esteriliza correctamente, la piel de pescado se convierte en una “segunda piel”, adhiriéndose suavemente a las heridas, protegiendo contra infecciones, reteniendo humedad y promoviendo la regeneración del tejido. Los pacientes experimentan recuperación más rápida, menos dolor y cicatrices reducidas. La piel de tilapia, en particular, se ha usado con éxito en todo el mundo, incluyendo Brasil, donde las víctimas de quemaduras tuvieron tiempos de recuperación más cortos y menos hospitalización.
Más allá de sus beneficios médicos, la piel de pescado ofrece una solución sostenible al reutilizar millones de toneladas de desechos cada año. Lo que antes se desechaba, ahora restaura salud, esperanza y bienestar.
