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Completamente cubierto por una espesa maraña de pelo enredado, el perro apenas parecía un animal cuando fue encontrado por los rescatistas. Años de abandono habían provocado que su pelaje se compactara tanto que limitaba sus movimientos y le causaba un dolor constante. A simple vista, era difícil distinguir dónde terminaba el pelo y comenzaba su cuerpo.
Los trabajadores de protección animal lo pusieron a salvo con mucho cuidado, conscientes de que su recuperación requeriría tiempo, paciencia y confianza. Los peluqueros caninos pasaron horas retirando con delicadeza las capas de pelo endurecido, dejando al descubierto a un perro delgado y asustado. Con cada corte, su postura cambiaba, como si se liberara del peso de su pasado.
Una vez libre de los enredos, su verdadera personalidad comenzó a aparecer. Se volvió más atento, curioso y receptivo a su entorno. La atención veterinaria, una alimentación adecuada y el cariño constante lo ayudaron a sanar tanto física como emocionalmente.
Su transformación demuestra cómo la compasión y el cuidado pueden devolver la dignidad y ofrecer una nueva oportunidad de vida.
