Richard, un hombre de 61 años, vivía solo desde que su esposa falleció hace ocho años, acostumbrado a la rutina silenciosa de la soledad. Todo cambió cuando, por casualidad, encontró a Anna Whitmore, su primer amor de juventud, cuyo nombre despertó recuerdos y nostalgia.
Tras reconectarse, comenzaron a hablar y a verse, compartiendo historias y reviviendo sentimientos que creían perdidos. No pasó mucho tiempo antes de que Richard le pidiera matrimonio y ella aceptara. Su boda fue sencilla, emotiva y llena de esperanza.
Sin embargo, en la noche de bodas, mientras Richard ayudaba a su esposa a desvestirse, notó unas cicatrices en su muñeca y clavícula. Preocupado, le preguntó si alguien la había lastimado, y ella, temblando, confesó que no era Anna. Su verdadero nombre era Eleanor, la hermana de Anna, quien había fallecido joven, y siempre había vivido a la sombra de su memoria.
Ante su honestidad y vulnerabilidad, Richard decidió quedarse con ella, aceptando el presente y construyendo su nueva vida juntos, dejando atrás el pasado.

