Una pareja casada viaja por la autopista a 40 mph. El esposo sostiene el volante, con la vista fija en el camino.
De repente, su esposa dice con voz firme:
«Llevamos más de veinte años casados, pero quiero el divorcio».
Él guarda silencio y aumenta la velocidad a 45 mph.
«No quiero que intentes convencerme de lo contrario», insiste ella.
Sigue sin responder: el velocímetro marca 55 mph.
«He tenido una aventura con tu mejor amigo», añade con arrogancia. «Es mucho mejor amante que tú». Sus nudillos se ponen blancos en el volante.
«Quiero la casa», exige. Ahora a 60 mph.
«También quiero el coche». Suben a 65 mph.
«Y me quedaré con las cuentas bancarias, las tarjetas de crédito y el barco».
El coche se desvía hacia un enorme puente de concreto. Nerviosa, ella pregunta: «¿Y tú? ¿No quieres nada?»
Él responde con calma:
«No. Ya tengo todo lo que necesito».
«¿Ah, sí? ¿Y qué es?» replica ella.
Él sonríe:
«La bolsa de aire».