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Divorciada, mi esposo me arrojó con sarcasmo una vieja almohada… pero al quitar la funda…

Divorciada, mi esposo me arrojó con sarcasmo una vieja almohada… pero al quitar la funda descubrí algo inesperado. Dentro, escondida entre el relleno gastado, encontré una pequeña caja de madera pulida con un broche de latón que se abrió fácilmente. En su interior había cartas amarillentas atadas con una cinta roja descolorida: notas de amor que Héctor y yo intercambiamos mucho antes de casarnos, cuando cada palabra parecía eterna.

Las lágrimas nublaron mi vista mientras leía nuestros sueños juveniles de viajar, de construir una vida juntos. Debajo de las cartas hallé una bolsita de terciopelo con el collar de zafiro que me regaló en nuestro primer aniversario, perdido desde hacía años.

¿Por qué Héctor ocultó estos recuerdos, bromeando con ellos en nuestro último día como esposos? Tal vez era su manera silenciosa de aferrarse, prueba de que también recordaba cuando el amor era sencillo.

Sentada allí, mi ira se desvaneció. Esa noche, sobre la almohada vacía, sentí paz. El pasado dejó de ser un peso y se volvió solo un recuerdo que por fin pude soltar.

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