En el cine de oro mexicano, pocas figuras dejaron una huella tan profunda como Miroslava Stern. Con su belleza deslumbrante y un talento indiscutible, se convirtió en una de las actrices más admiradas de su época. Sin embargo, detrás de su fama y éxito, su vida estuvo marcada por el dolor y la tristeza.
Nacida en la República Checa en 1925, Miroslava llegó a México huyendo de la guerra. Desde temprana edad, su existencia estuvo marcada por la tragedia: su madre se quitó la vida, dejando en ella una profunda herida emocional. En el cine mexicano, encontró un nuevo hogar, compartiendo escena con leyendas como Pedro Infante, Jorge Negrete y Cantinflas.
Fue precisamente su cercanía con Mario Moreno “Cantinflas” lo que alimentó uno de los rumores más persistentes de la época. Se dice que Miroslava se enamoró profundamente de él, pero su amor no fue correspondido. Cantinflas, pese a la fama y las oportunidades, siempre fue leal a su esposa, Valentina Ivanova.
Según reveló años más tarde el periodista Jacobo Zabludovsky, Miroslava le confesó su amor a Cantinflas, quien le respondió con una carta de rechazo, afirmando que nunca dejaría a su esposa. Esa respuesta habría devastado emocionalmente a la actriz.
En 1955, con solo 29 años, Miroslava fue hallada muerta en su casa. Se determinó que fue suicidio. Aunque inicialmente se atribuyó a una ruptura con el torero Luis Miguel Dominguín, Zabludovsky reveló que fue el rechazo de Cantinflas lo que realmente la llevó a tomar esa decisión.
La trágica historia de Miroslava Stern es un recordatorio de que la fama no siempre trae felicidad. Su legado sigue vivo como símbolo de la vulnerabilidad humana detrás del brillo de las estrellas.