La suite del hotel, iluminada por la luz dorada del atardecer, simbolizaba lo lejos que había llegado. Hace apenas dos años, jamás habría imaginado esta vida.
Elena fue la clave: sofisticada y libre, protectora y audaz. Nuestro arreglo poco convencional me dio más que comodidad y lujo; me regaló confianza, serenidad y una visión de mi futuro. Durante la cena, compartió su pasado con calidez y resiliencia, mientras me animaba a seguir mi propio camino.
Gracias a su apoyo, mis exámenes salieron bien y ahora sueño con becas y con un porvenir sin pobreza. Aquella noche, a su lado, comprendí que nuestro vínculo se había transformado en algo profundo, más allá de las normas.
Al amanecer, juré honrar sus enseñanzas, abrazar nuevas oportunidades y seguir escribiendo mi historia con valentía y esperanza.