Una enfermera del Centro Médico UMass Memorial se enfrentó a una decisión desgarradora cuando las gemelas Kyrie y Brielle Jackson —nacidas doce semanas prematuras y con apenas un kilo de peso cada una— fueron colocadas en incubadoras separadas. El estado de Brielle empeoró rápidamente: su respiración se volvió irregular, su corazón latía con fuerza y su piel comenzó a tornarse azul.
En un acto audaz y poco convencional, la enfermera Gayle Kasparian pidió permiso a los padres para colocar a Kyrie junto a su hermana, con la esperanza de que el contacto pudiera estabilizarla. En cuestión de segundos, Kyrie extendió su brazo y abrazó a Brielle en lo que luego se conocería como el “abrazo que salvó vidas”.

Milagrosamente, los signos vitales de Brielle comenzaron a mejorar: su respiración se normalizó y el color volvió a su piel. Ese gesto simple no solo le salvó la vida, sino que también cambió los protocolos de cuidado neonatal, demostrando el poder sanador del vínculo entre hermanos.

