La Niña 2025 llega con retraso y podría mantenerse hasta la primavera, según la OMM, con un 60 % de probabilidad de iniciarse entre junio y julio y 70 % en agosto. Este fenómeno, fase fría del ENSO, provoca fluctuaciones en la temperatura del Pacífico y cambios atmosféricos, aunque su efecto refrescante es limitado frente al calentamiento global.
Los últimos años, dominados por El Niño, registraron récords de calor pese a que La Niña prolongada suele enfriar ligeramente el planeta. “Podemos esperar una leve disminución de temperatura, pero no será significativa”, explica Álvaro Silva, climatólogo de la OMM.
La Niña influirá en los patrones climáticos, especialmente en América Latina, afectando tormentas y sequías. Aunque suele durar más que El Niño, este evento se prevé más débil e incierto en intensidad y duración, reflejando la compleja interacción entre variabilidad natural y cambio climático.