Tyler Robinson fue colocado bajo estricta vigilancia: revisaron cada bolsillo, voltearon cada costura y monitorearon cada movimiento. Cuando la puerta de la celda se cerró con estrépito, los oficiales creían que nada podía sorprenderlos. Sin embargo, horas después, la incredulidad se apoderó de la comisaría: Tyler supuestamente se había disparado estando bajo custodia.
Un video filtrado alimentó el misterio. Borroso y oscuro, mostraba a Robinson caminando, sentándose, llevándose las manos a la cabeza. De pronto, de la nada apareció un arma. En un solo movimiento, se la llevó a la sien y disparó. La imagen se congeló en el impacto, dejando atónitos a los espectadores.
En todo el país surgieron teorías: ¿la introdujo alguien? ¿Se la entregaron? ¿Era un montaje digital? Nadie pudo explicarlo. Las preguntas sin respuesta privaron al público de un juicio y de la verdad. Tyler Robinson entró vivo en custodia, pero nunca salió. El video sigue como un recordatorio inquietante de una muerte imposible.