Una niña levantó la mano con los cinco dedos extendidos; parecía un saludo inocente, pero era un pedido de ayuda. El oficial Miguel Ramírez patrullaba los pasillos cuando notó el gesto. La niña, de seis años, vestía un vestido rosa y caminaba de la mano de un hombre. De pronto, dobló el pulgar y cerró los dedos: la señal de socorro difundida en campañas de seguridad.
Miguel se acercó con cautela. Preguntó al hombre y luego a la niña su nombre. Ella negó con la cabeza, nerviosa, mientras él le apretaba la mano. Miguel ordenó que la soltara. La tensión explotó; la niña gritó y el sospechoso huyó. Tras una persecución y pistas halladas, la policía lo arrestó en un motel.
Lucía volvió con su madre sana y salva, revelando que llevaba dos días fuera de casa. Miguel la visitó después y le entregó un pin de valor: su señal había salvado su vida y evitado más víctimas.