Una mañana noté una mancha naranja brillante en mi toalla gris favorita, tan intensa que parecía hecha con un marcador neón. Pensé que era óxido y la lavé, pero la marca no desapareció. Pronto, más toallas, fundas de almohada y camisetas empezaron a mostrar las mismas manchas. Después de semanas de frustración, descubrí la verdadera causa: el peróxido de benzoilo, un ingrediente común en tratamientos contra el acné. No añade color, sino que decolora los tintes de la tela, dejando manchas anaranjadas o amarillentas permanentes que no se quitan con el lavado.
También aprendí que el hierro en el agua puede provocar manchas oxidadas, y que algunos productos para el cabello o de limpieza contienen agentes blanqueadores que dañan los tejidos con el tiempo. Para evitar nuevas manchas, empecé a usar toallas blancas o viejas al aplicar productos para la piel, dejándolos secar por completo antes del contacto, e instalé un filtro de agua para reducir el hierro.
Ahora, cuando aparece una mancha naranja, no me altero: reconozco la causa, actúo en consecuencia y mantengo mis telas impecables.
