El cielo vespertino sobre Arlington brillaba en tonos naranjas y rosados, contrastando con la tensión que envolvía a la comunidad tras un incidente con connotaciones raciales entre dos familias vecinas. La noticia se difundió rápidamente, atrayendo a los medios y despertando debates sobre privilegio y prejuicio.
En la casa de los Johnson, Aaliyah y sus padres, Lisa y Marcus, decidieron alzar la voz, negándose a guardar silencio ante la injusticia. Mientras tanto, en el hogar de los Myers, Karen minimizaba el comportamiento de su hijo Ethan como simples travesuras, sin comprender la gravedad del hecho.
Esa noche, una reunión comunitaria reunió a los vecinos. Marcus habló con firmeza sobre la necesidad de reflexión y educación para combatir los prejuicios, y una maestra propuso talleres de diversidad que fueron recibidos con aplausos.
En los días siguientes, Arlington comenzó a sanar. Surgieron conversaciones más profundas, creció la empatía y, poco a poco, incluso Ethan empezó a aprender de sus errores.