Layla’s esposo, Tom, tiene una tradición anual: unas vacaciones familiares a las que ella nunca es invitada. Tras años de exclusión, Layla finalmente pregunta por qué no puede acompañarlos, y Tom le miente culpando a su madre. Pero cuando Layla investiga por su cuenta, ella y su suegra descubren un secreto familiar que destroza a la familia.
Mi esposo, Tom, ha estado yendo de vacaciones a una isla con su familia todos los años desde que nos casamos. Ya son doce años de viajes familiares sin mí.
—¿Por qué no cancelas este año y mejor nos vamos de vacaciones con los niños? —pregunté mientras mezclaba una ensalada para acompañar la cena.
—¿Y por qué haría eso? —respondió él. —Los niños son muy pequeños y sería un caos. Cuando sean más grandes, podemos empezar a hablar de vacaciones con ellos.
—¿Y yo? —pregunté. —¿Estás seguro de que a tu mamá le molestaría?