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Mientras mi esposo no estaba en casa, mi suegro me dijo que tomara un martillo y rompiera la baldosa detrás del inodoro. Detrás de esa baldosa, vi un hueco, y dentro de él, algo horripilante estaba escondido.

Me llamo Rachel Donovan, tengo treinta y dos años y vivo en un suburbio tranquilo de Seattle con mi esposo, Mark, y nuestra hija de seis años, Ella. La vida parecía normal y segura, hasta que una lluviosa noche de jueves lo cambió todo.

Mark estaba fuera y Ella dormía cuando su padre, Henry, apareció en nuestra puerta trasera, empapado y aterrorizado. Me susurró con urgencia que rompiera la baldosa detrás del inodoro del piso superior, advirtiéndome que no se lo dijera a nadie. Temblando, lo hice. Detrás de la baldosa encontré una bolsa llena de dientes humanos. El horror me paralizó, y el pánico aumentó cuando Mark volvió a casa pocos minutos después.

Al día siguiente, Henry me reveló el oscuro pasado de Mark: hace diez años, dos trabajadores desaparecieron de un sitio de construcción que él dirigía. Mark fue interrogado pero nunca acusado. Los dientes eran macabros trofeos.

Al volver a casa, descubrí que la bolsa había desaparecido y Mark me enfrentó con calma, negándolo todo. Aterrrorizada, llamé al 911. La policía encontró más restos escondidos bajo el piso. Mark fue arrestado, Henry testificó, y vendí la casa, mudándome lejos con Ella.

Algunas paredes esconden monstruos, pero derribarlas puede salvar tu vida.

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While my husband was not at home, my father-in-law told me to take a hammer and break the tile behind the toilet. Behind that tile, I saw a hole—and inside it, something horrifying was hidden

Lately, my dog kept climbing onto the top kitchen cabinets and growling loudly — at first, I thought he’d gone mad, until I realized what he was barking at