Un nadador de 27 años llamado Logan regresaba de una competencia en un vuelo de ocho horas de Londres a Nueva York, esperando poder descansar. Viajaba en clase económica, sentado entre dos desconocidos. Antes del despegue, una mujer llegó tarde y tomó el asiento de la ventana junto a él. Estaba visiblemente molesta, quejándose en voz alta del poco espacio y criticando las piernas de Logan.
Durante el vuelo, presionó el botón de llamada varias veces, discutió con las azafatas y exigió cambiar de asiento. También empujaba constantemente el reposabrazos de Logan. Cuando el capitán anunció el aterrizaje, la mujer se negó a permanecer sentada y se levantó antes de tiempo para abrir el compartimiento superior. Al llegar, corrió hacia adelante pese a las advertencias, pero el capitán intervino por el altavoz, pidiéndole que se quedara quieta. Los pasajeros estallaron en risas y aplausos, dejando a la mujer avergonzada y a Logan ovacionado.