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México vivió un fin de semana marcado por tragedias, caos y profundo dolor nacional. Lo que debía ser días de descanso se convirtió en una crónica de desastre: accidentes carreteros, fenómenos naturales inesperados y escenas que sacudieron a miles. Un brutal choque de autobús dejó múltiples víctimas y un país de luto. Las imágenes de familias destrozadas y jóvenes con sueños truncados recorrieron las redes, alimentando la sensación de un México lastimado.
Mientras la naturaleza mostraba su fuerza con grietas en la tierra y tormentas amenazantes, hospitales reportaron casos insólitos que aumentaron la inquietud colectiva. A la par, la violencia y la injusticia golpearon a comunidades vulnerables, recordando que la pobreza y la indiferencia también hieren.
En contraste, las redes sociales se llenaron de frivolidad, mostrando la desconexión entre la tragedia y quienes buscan “likes”. Al final, el país quedó sumido en rezos, luto y una amarga reflexión: México está herido, y cada día es una batalla entre esperanza y dolor.
