En mi noche de bodas, mi esposo me humilló de la peor manera al traer a su amante y obligarme a presenciarlo todo. Creí que mi vida había terminado, pero una hora después descubrí una verdad que lo cambió todo. Un mensaje anónimo llegó a mi teléfono con una foto antigua: mi esposo reunido con mi padre, meses antes de su muerte. Allí supe que nada había sido casual.
Mi padre había cambiado su testamento con una condición: yo debía casarme antes de los 30. Mi esposo lo sabía y lo utilizó. También supe que él nunca se había divorciado y que todo el romance fue un plan calculado. Lo peor llegó después: existían pruebas de que había participado en el envenenamiento de mi padre para provocar su infarto.
Gracias a un abogado y a un investigador, la verdad salió a la luz. Mi matrimonio fue anulado, él fue arrestado y condenado, y yo recuperé mi herencia y mi dignidad. Aquella noche no perdí mi vida: me liberé de una mentira.

