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Un traslado rutinario de un prisionero casi termina en tragedia cuando un detenido en silla de ruedas se abalanzó inesperadamente sobre el arma de un oficial, en un hecho captado por cámaras de seguridad dentro de un área restringida. Lo que comenzó como un procedimiento tranquilo se volvió caótico en segundos, cuando el sospechoso intentó arrebatar la pistola del agente, desatando una violenta lucha que pudo tener consecuencias fatales.
El desastre se evitó por poco gracias a la rápida intervención de otro oficial, quien derribó al detenido y recuperó el control. No hubo disparos ni heridos, pero el episodio puso en evidencia los riesgos impredecibles que enfrentan los agentes cada día.
El caso abrió debate sobre la preparación física de los oficiales, destacando que portar un arma implica contar con la fuerza y entrenamiento necesarios para defenderla. Expertos subrayan la importancia de la condición física, las tácticas defensivas y el trabajo en equipo, recordando que en la labor policial no existen momentos “rutinarios”.
