Había reservado uno de los mejores asientos del avión, solo para que una pareja astuta intentara engañarme para quitármelo. Mientras me acomodaba en mi asiento del pasillo, la mujer exigió que me cambiara porque “reservó el asiento equivocado” y quería sentarse junto a su pareja. Su esposo la respaldó, pero sus pases de abordar demostraron que estaban equivocados.
Calmadamente cedí mi asiento, ocultando mi frustración, y me mudé al asiento del medio en la fila 12. Una azafata, al notar el engaño, me susurró que podía vengarme. Usando mis beneficios de viajero frecuente, obtuve millas y mejoras en mis próximos vuelos—mucho más valiosas que el asiento.
Mientras tanto, la pareja disfrutaba con arrogancia de lo que creían una victoria. Pero la jefa de cabina los confrontó, revelando su mentira y violación de reglas. Fueron escoltados por seguridad y su relación quedó expuesta.
Salí satisfecha, aprendiendo que la verdadera justicia no necesita drama, solo paciencia y estrategia inteligente.