Vivió en las sombras durante 30 años hasta que una maquilladora la ayudó a brillar, solo miren.

Nunca había tenido una cita, y una foto cambió la vida de Anna. A los 30 años, jamás había tenido relaciones, besos ni caricias. Su rara afección facial la había hecho evitar multitudes, reflejos y miradas, y creía que el amor y la belleza no eran para ella.

Un día, navegando por Instagram, descubrió a la maquilladora Alina Vorobyova, famosa por sus transformaciones. Con miedo pero esperanza, Anna envió una foto y un mensaje: “Nunca me he sentido bella… pero quiero saber qué se siente”. Alina aceptó el desafío, organizando el viaje de Anna de Tiflis a Moscú, su hotel y hasta el vestido.

En el estudio, con pinceles y colores, Anna no solo vio maquillaje: despertó confianza y gracia que había estado oculta años. Al mirarse al espejo, sonrió por primera vez con libertad y felicidad. La transformación se viralizó en redes, recibiendo miles de comentarios de apoyo y admiración, demostrando que la belleza también puede despertar esperanza y cambiar vidas.