No hay amistad más fiel que la de un perro. Y esta historia lo demuestra con una fuerza conmovedora.
El oficial Cory Masterson participaba en una persecución en el bosque junto a su compañero canino, Reno, cuando fue emboscado y golpeado en la cabeza. Cayó al suelo, inconsciente. Todo parecía perdido… hasta que Reno actuó.
Al ver a Cory tendido, Reno corrió entre los árboles. Allí, uno de los criminales se acercaba con un cuchillo en la mano, dispuesto a acabar con el oficial. Sin dudarlo, Reno saltó sobre él y lo mordió con fuerza en el brazo. A pesar de resultar herido, no soltó al atacante. Finalmente, el hombre logró zafarse y huyó.
Reno volvió junto a su compañero justo cuando llegaban refuerzos. Gracias a su lealtad, los policías encontraron a Cory a tiempo y lo llevaron de inmediato al hospital. Reno, fiel, permaneció junto a uno de los oficiales.
La situación era crítica. Cory tenía una fractura grave en el cráneo y hemorragia interna. Cayó en coma. Reno no fue autorizado a entrar a la UCI, pero no se movía de la puerta. Cuando finalmente lo llevaron a casa con asistencia médica permanente, Reno volvió a su lado.
Durante tres meses, el perro permaneció junto al lecho de su amigo. Hasta que una noche, Reno notó algo extraño. Comenzó a rascar la puerta de la enfermera con desesperación. Ella se levantó, lo siguió y descubrió que Cory movía los dedos. Era una señal. Reno había sido el primero en percibir que algo estaba cambiando.
Con el tiempo, Cory empezó a hablar, a caminar. Aunque su salud seguía siendo frágil, Reno nunca se apartó.
Una noche, Cory intentó ir al baño. Reno lo siguió, como siempre. Pero algo no estaba bien. Cory se desplomó. Su mandíbula se tensó y espuma salió de su boca.
Reno ladró con fuerza, rascó la puerta de la enfermera y la llevó hasta el cuerpo. Cory no respondía. La enfermera lo giró, le puso una almohada y llamó a emergencias. Los médicos intentaron reanimarlo, pero sin éxito. Lo declararon muerto.
Entonces, Reno se colocó frente al cuerpo y no permitió que nadie se acercara. Ladraba, gruñía, bloqueando a los médicos. Fue necesario llamar a la policía para que lo retiraran.
Pero justo cuando lo alejaban, se escuchó una tos. ¡Cory estaba vivo!
Los doctores no podían creerlo. El departamento de policía emitió un comunicado explicando que Cory había experimentado un fenómeno rarísimo conocido como el “efecto Lázaro”: su corazón volvió a latir tras haber cesado la reanimación.
Cuando todos habían perdido la esperanza, Reno no. Ese perro, su mejor amigo, supo que Cory seguía allí. Sintió lo que ni los médicos pudieron detectar: una chispa de vida.