Una mujer dormía cada noche con su pitón… hasta que el veterinario le mostró una ecografía sorprendente. El corazón de Cassandra latía con fuerza mientras miraba la pantalla, incapaz de creer lo que veía. Su querida serpiente, Reggie, no era la inofensiva compañera que imaginaba. La había llevado al veterinario preocupada porque rechazaba su comida favorita, pero la verdad resultó mucho más inquietante.
Durante meses, Cassandra confundió el comportamiento de Reggie con muestras de cariño: la manera en que se enrollaba a su lado por las noches, su mirada fija siguiéndola por la habitación. Pensaba que eran señales de amor y lealtad. Buscando compañía, incluso dejó que durmiera fuera de su terrario, convencida de que eso fortalecería su vínculo.
Pero Reggie dejó de comer por completo, ignorando incluso al conejo y el pollo fresco que tanto le gustaban. La ecografía reveló algo impactante: estaba ayunando deliberadamente para hacer espacio a algo mucho mayor. Aquellos gestos “afectuosos” no eran amor… eran cálculos.