Durante más de seis décadas, una figura emblemática del cine clásico dejó una marca imborrable en la historia de Hollywood. Con una presencia imponente y mirada intensa, este actor construyó una carrera versátil, interpretando desde gladiadores y vaqueros hasta artistas atormentados y líderes rebeldes. Su fallecimiento a los 103 años cerró un capítulo dorado del cine, pero su legado sigue vivo.
Fue uno de los rostros más reconocidos del cine estadounidense. Su estilo visceral lo llevó a interpretar personajes complejos, muchas veces enfrentados a dilemas morales o rivales intensos, tanto en la ficción como fuera de ella. Uno de sus papeles más recordados fue el de un famoso pintor, que le permitió mostrar una faceta más emocional.
En un momento clave de su carrera, asumió el riesgo de producir una superproducción histórica de enorme escala e impacto político. Aunque no fue su director oficial, su influencia en el proyecto fue decisiva. Rompió barreras al contratar a un guionista censurado durante la caza de brujas, desafiando las normas de la industria.
A lo largo de su vida, participó en todo tipo de géneros y trabajó con grandes figuras, sin perder su brillo ni carisma. Incluso en sus últimos años, demostró su capacidad de adaptación. Su legado no solo está en sus películas, sino en la inspiración que dejó a generaciones futuras.